Ipanema está entre Leblon y Arpoador, aunque hay quienes sostienen que éste no es un barrio sino apenas el límite rocoso con Copacabana. Es que Ipanema creció a la sombra de Copacabana. Primero fue exclusivamente un territorio para pescadores experimentados, y ya en la época colonial los indígenas habían bautizado el lugar como Ipanema, o “aguas peligrosas” en guaraní. Pero una vez que en Copacabana no hubo más lugar para construir, la clase alta se mudó a este barrio más periférico que resume a Río de Janeiro, especialmente si uno quiere parecerse a un carioca, porque todo es fácil de encontrar caminando por las pocas cuadras que hay entre la laguna y el mar.
Esta zona alejada del centro de Río de Janeiro, no tardó en convertirse en sinónimo de arena blanca, música y descanso. En alguna época fue símbolo de la cultura carioca y cuna de la bossa nova, hoy el barrio es el poseedor del metro cuadrado más caro de América Latina y sinónimo de los comercios más refinados de la ciudad. Es fácil distinguirla: mientras las veredas de Copacabana simulan olas rompiendo, los mosaicos blancos y negros a lo largo de los cuatro kilómetros de la costanera de Ipanema dibujan formas más geométricas.
Hasta que el túnel entre Copacabana y Botafogo no fue abierto en 1894, Vila Ipanema no pudo ser considerada como carioca, pero creció rápido con la llegada del tranvía en 1902 y ya era importante cuando, con la bossa nova, todo el mundo supo de su existencia por la canción de la "garota". Pero, desde la arena, sigue resultando inolvidable observar el ocaso del sol cayendo entre ambos picos del morro Dos Irmãos, espectáculo que los lugareños suelen celebrar con aplausos. Anochece. Enfrente, las lucecitas de la favela de Vidigal, descienden como si fueran adornos en un árbol de Navidad, en tanto una cerveza o un coco siempre esperan en el famoso Posto Nove, especialmente a los que han venido caminando desde Copacabana, mientras cae la tarde del verano sin fin.
La bohemia intelectual finalmente da paso a la explosión de los negocios más lujosos de la ciudad y las joyerías más prestigiosas del mundo tienen abiertas las puertas. Pero entre los comercios “para europeos” por lo privativo de sus precios, en adición al Amsterdam Sauer Museo de Gemas, se pueden visitar los talleres de la sede central de la joyería H. Stern, con tienda en rua Vizconde de Pirajá o explorar en la Rua Garcia D'Ávila, una sofisticada calle transversal de diseño, moda, y tiendas de Louis Vuitton, Cartier y Mont Blanc perfectas sólo para mirar.
La calle Visconde de Pirajá es la principal del barrio y es especialmente adecuada para quienes no gustan de ir a un shopping. Además tiene una de las plazas verdes muy atractiva que es un oasis de tranquilidad. Temprano se practica tai-chi y luego llegan los niños con sus madres o en la mañana de los viernes es la feria que contrasta con la dominical de los hippies de la vecina Plaza Osório, injustamente mal considerada aunque las etiquetas se muestren en dólares.
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