El calificativo de 'Suiza de América' para el Uruguay, surge del contexto del pequeño país entre potencias continentales y por el hecho de que el presidente Batlle y Ordóñez, al visitar Suiza en 1907, se interesó en su sistema de gobierno colegiado adoptado por Uruguay hasta 1966. No obstante, el vínculo se remonta al siglo XIX, cuando llega la gran ola de inmigrantes ancestros de los cincuenta mil descendientes suizos que ahora viven en la región ubicada entre el río Rosario y el arroyo Cufré.
La zona fue colonizada por inmigrantes suizos, aunque también de regiones alpinas de Austria, Italia, Francia y Alemania, que llegaron huyendo de la crisis europea de 1860. Los banqueros Siegrist y Fender, de Basilea, se interesaron ante Doroteo García, por adquirir “una legua cuadrada de terreno bueno y cultivable para dividir en pequeños lotes y venderlo a colonos”. Tuvieron conocimiento del folleto sobre la “Colonia Agrícola del Rosario Oriental”, que presidía Doroteo García. Luego de un prolongado cambio de cartas, quedaron ultimados los detalles de la “Colonia de Nueva Helvecia y llegaron los primeros colonos. A enorme distancia para las comunicaciones de aquella época, no ignorando el período turbulento de luchas civiles y las dificultades a vencer, confiaron en las posibilidades del país y en su valor humano.
Es así como Siegrist y Fender, no se limitan a la colonización por la utilidad bancaria, sienten la responsabilidad por la suerte de los que han de enviar al lejano Uruguay. Se asesoran con Doroteo García de la calidad de las tierras, posibilidades de cultivo, las franquicias que recibirán los emigrantes, del valor de los productos. Comunican que los emigrantes “son todos robustos mozos trabajadores”, y porque son buenos trabajadores no admiten para ellos los contratos de medianerías pues los suizos si trabajan, deberán adquirir naturalmente el derecho a ser propietarios.
Bajo el gobierno de Urquiza en Argentina, en el deseo de atraer colonos, se realizan publicaciones desprestigiando a la nueva colonia, y Siegrist y Fender, se interesan ante los gobiernos uruguayo y suizo, para restablecer la verdad, al grado de proponer una persona para que representar al Uruguay en Europa. No reparan en gastos y reclaman apoyo oficial como lo hace Canadá. Frente a dificultades la firma no olvida a los colonos y les ayuda a tal punto que Doroteo García expresa en una carta: “espero que los que vendrán… se acordaran de Uds. y de mí, por la holgura que le acompañará”.
Actualmente la calle Siegrist y Fender pasa junto al edificio que fue sede de la empresa y en el que estaba instalado el almacén de instrumentos de trabajo, alimentos y el predio en el que se instaló el horno de ladrillos para las viviendas en 1862, cuando arribaron los primeros inmigrantes remontando el río Rosario. La colonia perdió numerosos habitantes, sobre todo, antiguos soldados mercenarios que no estaban preparados para las tareas agrícolas que convirtieron a la zona en importante productora de insumos y vanguardia de los adelantos, como su molino hidráulico luego perdido en un siniestro y que es hoy un lugar de turismo conocido como Molino Quemado.
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