miércoles, 1 de febrero de 2012

Hotel Riu Yucatán (Playa del Carmen, México)



La Riviera Maya
, con importantes zonas arqueológicas, arenas blancas y aguas turquesas difíciles de documentar, es el balcón desde donde el estado de Quintana Roo se asoma al Mar Caribe. Allí Playa del Carmen, a setenta kilómetros de Cancún por una carretera sin curvas frente a la isla Cozumel, a media hora de los parques naturales y próxima a las ruinas de Tulum está el Hotel Riu Yucatán, cerca o lejos de cualquier cosa según prefiera. Es un tres por uno: al relax que consigue la belleza del agua, la blancura de la arena, y el encanto natural de los mexicanos; debemos agregar el aporte cultural maya y la aventura de una naturaleza que no conoce temperatura por debajo de los 20º.

En Playa del Carmen, especialmente su Quinta Avenida, hay tiendas con regateo incluido y también casas de cambio y locutorios. A veinticinco minutos de ferry se destaca la isla de Cozumel, cuyos arrecifes la convirtieron en un codiciado sitio de buceo, especialmente si usted es submarinista. También próxima a “Playa”, digamos a veinte minutos de marcha a pie, la urbanización es una zona hotelera, comercial y residencial donde destaca este hotel de la cadena mallorquina Riu, que parece la mejor relación costo-beneficio en la región, brindando un excelente servicio sin necesidad de recurrir a utilería faraónica.


 

Aquí encuentra todo: buen clima, personas amables, alegría y gran diversidad de cocina mexicana e internacional. No más llegar, no importa la hora, se puede comenzar el uso del “todo incluido”, pero claro que hay que tener en cuenta que como casi todos los turistas provienen de Europa, a las 6 de la tarde comienza la hora de la cena, que es tipo buffet en “La Hacienda”, el comedor principal. Para los que quieren hacerlo a la carta deben de registrarse con anticipación en los restaurantes temáticos, que son clásicos como pasar por el bar del lobby, donde se toma el aperitivo antes de la cena o luego conseguir una buena ubicación junto al escenario donde disfrutar el último cocktail viendo el show de esa noche.
Las habitaciones, muy amplias e incluyen una terraza, están ubicadas en edificios de dos plantas, agrupados en pequeños bloques unidos por senderos de madera que recorren los jardines tropicales. En ellos descubrimos animales parecidos al tapir y unos pájaros inofensivos que se dejan hacer fotos. También excepcionalmente es posible ver monos aulladores, en las copas de los árboles, aunque es más probable oírles que verles.


El ambiente del hotel es realmente acogedor y aconsejamos madrugar para disfrutar de una tranquilidad increíble: sólo se escuchan los pájaros, las palmeras y el mar. Allí es posible hablar distendidamente con el personal -que se verá sorprendido de poder hacerlo en español entre tanto “gringo”- y elegir la mejor ubicación para disfrutar el más completo desayuno que pueda imaginar.

 

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